viernes, 12 de febrero de 2010

Roma, 1922




El XXVI Congreso Eucarístico Internacional
24 al 29 de mayo de 1922.


No bien se restañaban las heridas de la guerra, urgía al Viejo Contienente el bálsamo de la paz. Eso reunió en la ciudad de Roma, por segunda ocasión, a la Iglesia de todo el mundo bajo el lema: "Rex pacificus magnificatus est", con dos argumentos: Eucaristía y paz, la paz del individuo, de la familia, de la sociedad, de los Estados y de las relaciones internacionales; la paz que surge del corazón eucarístico de Jesús, principio y autor de la paz del mundo con Dios y con los hombres.
El nuevo Pontífice, elegido apenas el día 6 de febrero de ese año, recibió a los congresistas el día 24, y al Cardenal Vicenzo Vannutelli fue a quien correspondió dar el discurso de bienvenida: "Es mérito especial de los Congresos Eucarísticos buscar el remedio a los males de este mundo, invitando a los fieles, como protesta colectiva y públicamente a honrar a Jesús Sacramentado".

La tarde del día 26, en la Iglesia de los Doce Apóstoles, comenzaron las asambleas generales. Monseñor Keppler, obispo de Rottemburg, expuso: "La Eucaristía y la Paz doméstica"; el conde Henri Carton de Wiart, Primer Ministro de Bélgica, disertó sobre "La Eucaristía y la paz profesional". El Obispo de Cremona, Giovanni Cazzani, trató: "La Eucaristía y la paz social".
Los días 26 y 27, se tuvo una Vigilia Solemne a Jesús Sacramentado en la Basílica de San Pedro, en la que se dieron cita miles de adoradores, entre ellos el Romano Pontífice.
El día 27 hubo funciones especiales para las madres cristianas, para las Hijas de María y por la tarde, a las 16:00 hrs., en asamblea general, se habló de la paz nacional. Al final de la jornada se consagró la juventud femenina a la Virgen.

El domingo 28, punto culminante del Congreso, más de viente mil niños comulgaron en el Coliseo, para honrar a los mártires cristianos que en ese lugar derramaron su sangre en tiempos de persecución. La procesión con el Santísimo, que comenzó en el atrio de la Basílica de San Juan de Letrán, fue multitudinaria. La mañana del 29, en San Pedro, el Papa y los peregrinos entonaron el Te Deum de acción de gracias por el cierre del Congreso que restauraba esta práctica eucarística.



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Fuente: CHÁVEZ Alonso, Historia de los Congresos Eucarísticos Internacionales. Boletín Informativo #8. XLVIII Congreso Eucarístico Internacional. Guadalajara 2004. Págs.35-37.
Imágenes: Web.

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